Artículo de opinión de Alek Boyd publicado en El País. La gran fortuna de Hugo Chávez fue que le tocó gobernar en una era en la cual el barril de petroleo ha estado rondando -hacia arriba o abajo- los 100 dólares. Su popularidad soportó exitosamente los embates del tiempo no debido a su carisma, o a sus dotes oratorias, sino gracias a que disponía con absoluta discreción de una cantidad ingente de dinero público, que gastaba como, donde y cuando le daba la gana. Y en ello, fue único, hay que decirlo: el club de los petro-dictadores tiene pocos miembros, y ninguno tan derrochador como lo era Chávez, durante cuyo mandato los ingresos de Venezuela fueron más cuantiosos que aquellos recibidos en los 40 años que le precedieron, según cifras del Banco Mundial.
El malgasto del dinero público en Venezuela sera objeto de estudio por muchos años, por cuanto es difícil explicar cómo un país de menos de 30 millones de habitantes ha podido dilapidar una fortuna más de 15 veces mayor a la requerida para la reconstrucción de Europa después de la Segunda Guerra, y encontrarse en la miserable depauperación en la que está Venezuela.
Citaré dos ejemplos, uno de negligencia y otro de derroche injustificado. Según estadísticas de la Cámara Venezolana de la Construcción, y de la Cámara Inmobiliaria de Venezuela, entre 1969 y 1998 se construyeron 2.033.481 viviendas:
- 655.699 entre 1969 y 1978
- 759.632 entre 1979 y 1988
- 618.150 entre 1989 y 1998
¿Cuántas viviendas construyó el régimen de Chávez entre 1999 y 2010?
- 296.047 unidades habitables
Dicho de otro modo, el chavismo construyó (hasta 2010) un 14% de las viviendas construidas en décadas anteriores, por gobiernos que contaban con presupuestos ínfimos en comparación. Cabe afirmar: el producto interno bruto combinado de los gobiernos de la democracia, pre arribo del caudillo al poder, fue de 1,6 billones de dólares aproximadamente; el producto interno bruto del régimen de Chavez hasta el 2011 había sido 1,8 billones de dólares aproximadamente, y eso sin contar deuda interna y externa adquirida. El gráfico adjunto ayuda a poner de relieve el inobjetable fracaso en ese aspecto.
Las cifras demuestran que el chavismo ha fracasado rotundamente en utilizar los ingresos percibidos para cubrir el déficit de viviendas que hay en el país. Entonces, en qué se ha gastado el dinero? Pasemos al ejemplo de derroche injustificado, que ningún beneficio aporta a la población: el gasto en armamento.
Según cifras del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI por sus siglas en inglés) entre 1999 y 2013, el chavismo adquirió armas por un valor de 80.158 millones de Bolívares, mientras que cifras de la misma fuente indican que el gasto hasta 1999 había sido de 2.444 millones de Bolívares. El único lugar donde Venezuela se encontraba en estado de guerra -lo cual explicaría tal absurdo malgasto- era en la mente obnubilada de Chávez. Las reservas internacionales de Venezuela en el periodo 1999-2013 se han mantenido -salvo picos excepcionales- entre 15.000 y 30.000 millones de dólares. Aun así, el chavismo no ha puesto reparo en destinar dicho monto en adquisición de material bélico, convirtiendo a Venezuela, quizás único país en la región que no ha sufrido ningún tipo de conflicto armado interno o externo en más de un siglo, en el mayor comprador e importador de armas en la región. ¿Para qué tal despilfarro? ¿Cuántas casas para familias de escasos recursos se habrían podido construir con esos 80.158 millones de Bolívares?